Primer contacto con el río: caracterización visual en días de crecidas

En este fragmento de diario de campo, la hidróloga Denise Cáceres nos comparte sus primeras impresiones en terreno, en plena temporada de lluvias. Su relato muestra ese momento decisivo en el que el río deja de ser una representación y pasa a ser ese espacio geográfico que impone su presencia. Este es el relato corto de un primer tramo de la travesía que, junto a sus colegas, inicia en las tierras altas de Potosí y se extiende hasta las planicies del Chaco.
Puente Sucre
Emblemática unión entre los departamentos de Potosí y Chuquisaca en Bolivia.

Por Denise Cáceres, hidróloga
12 de marzo de 2025

El GPS de mi teléfono indica que estamos a un minuto de nuestra destinación. Le advierto a Abdul, nuestro conductor en esta expedición, que nuestra llegada es inminente. Nos detenemos a un lado de la carretera. En el auto, es como si todos nos fuéramos despertando de un sueño profundo. Tras alistar gorras, bloqueador solar, cámaras y otros, salimos del vehículo.

Afuera, nos encontramos con un cielo parcialmente nublado, pero el día es luminoso y hace un calor agradable. A medida que nos acercamos al borde del camino, el río Pilcomayo se va desplegando ante nosotros. “Aquí está, chicos, nuestro bicho de estudio”, les anuncio alegremente a mis colegas.

Andrew y yo, los hidrólogos de esta expedición, iniciamos nuestro descenso hacia el Puente Antonio José de Sucre, emblemática unión entre los departamentos de Potosí y Chuquisaca en Bolivia. Desde este puente colgante, admiramos al cuerpo de agua que atraviesa el valle. En esta mañana de marzo, su ancho abarca unos dos tercios del puente, que tiene una longitud de aproximadamente 208 metros. El color de sus aguas me recuerda al café con leche que suelo tomar en el desayuno. Una fuerte concentración en materia en suspensión es lo que les otorga a estas aguas su apariencia chocolatosa. Más que sorprenderme, esto confirma la percepción que ya había adquirido del río en la literatura. Después de todo, el Pilcomayo figura entre los ríos con mayor transporte de sedimentos en el mundo.

Hidrólogos del equipo, Denise y Andrew
Andrew y yo, los hidrólogos de esta expedición, iniciamos nuestro descenso hacia el Puente Antonio José de Sucre

En búsqueda de "las llaves" que permitan comprender

Voy avanzando cautelosamente sobre las tablas que conforman el puente. El considerable caudal que corre bajo nuestros pies es testigo de las fuertes lluvias que han acontecido en los últimos días en la cuenca alta. Estamos en la estación de lluvias de un año que ha pasado a ser registrado como anormalmente húmedo. Según los últimos reportes de nuestros contactos, el río está en crecida, lo cual implica que los caudales seguirán aumentando en los siguientes días.

Procuro afinar mis sentidos, impregnarme de la escena que me rodea. Voy retomando lentamente mis reflejos de hidróloga de campo. A la hidróloga computacional, la voy dejando en la oficina de La Paz, sentada en su escritorio, con la mirada fija en su pantalla. En campo, no observamos matrices con datos, sino que tratamos de hacernos una idea, lo más precisa posible, de la realidad del terreno. ¿Qué forma tiene el lecho del río? ¿Cómo son sus pendientes? ¿Sus riberas? ¿Qué tipo de suelo, de vegetación vemos? ¿En qué orden de magnitud podemos estimar que está el caudal? ¿La velocidad de flujo? Estas y muchas otras observaciones son imprescindibles para después contar con llaves de comprensión a la hora de analizar los datos.

En los siguientes días, iremos bajando hasta alcanzar la parte baja de la cuenca. Dejaremos atrás los Andes orientales para ir adentrándonos en las llanuras del Gran Chaco.

Lecho del río Pilcomayo
La fuerte concentración en materia en suspensión es lo que otorga a estas aguas su apariencia chocolatosa

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