Pilcomayo: el desafiante viaje de estas aguas de alturas

En las montañas semidesérticas de Oruro y Potosí, entre acantilados y estepas a más de 4,500 metros sobre el nivel del mar, a vuelo de águila —o más bien de dron— puede advertirse una que otra hilera de agua en descenso de aspecto cristalino y luminoso. El curso que siguen parece invariable en el tiempo: canales en las montañas y roca erosionada nos dicen que por ahí fluye agua después de milenios.  

Kilómetros más abajo, gran parte de estos arroyos confluyen y forman riachuelos de valle alto, casi al pie de las montañas, donde el paisaje acoge hatos de llamas, alpacas y ovejas que pastan apacibles. En la distancia, en las prominencias de los valles parduscos, se vislumbran pequeños caseríos dispersos, conectados por el curso sinuoso de los riachuelos. Ahí, el paisaje tiene el aspecto de ser muy fértil. Se hacen notorios parches de verde intenso y amarillo dorado: son pequeños campos de habas, papas y otros cultivos andinos. El agua que de estas montañas desciende es vital para la vida de estos pueblos quechuas de cultivadores y pastoreo. Es agua que beben, que usan para el cultivo y para el pastoreo de sus rebaños. Es agua que no tiene tiempo en estas tierras donde todo parece congelado, estático, eterno. Es agua del pasado, presente y futuro. Es más que agua: es el alma de estos pueblos.

Y, sin embargo, centenas de kilómetros más abajo, es agua que deberá lidiar con el peso de la actividad industria, y sus residuos… 

El río entra en zona minera potosina.

Después de ese inicial descenso por parajes naturales y pueblos de pastoreo y cultivo, el naciente Pilcomayo, al que sin embargo todavía no se nombra así en estas tierras altas, concentra su cauce en un flujo al que ya se llama río. Río Tolapalca, si usamos su nombre propio en estas tierras altas.  

Tolapalca es, todavía, un río pequeños, “familiar”. De él se desprende alguna que otra acequia rudimentaria que desvía una mínima parte de sus aguas a pequeñas lagunas donde, durante el invierno, se congela y macera papa, proceso que transforma a ese tubérculo en chuño y tunta. Arte ancestral de conservación de la papa, alimento central en la vida pueblos andinos. 

Tolapalaca es un de esos iniciales riachuelos en el origen del Pilcomayo. Pero también están…

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