El agua del río, y el tiempo de la ciencia

El agua del río Pilcomayo fluye a través de múltiples paisajes y actividades humanas, transportando consigo sedimentos, minerales y residuos desde las cumbres andinas hasta las llanuras del Chaco. Su calidad es un tema de gran preocupación para las comunidades ribereñas, pero entender con precisión su estado requiere algo más que observaciones puntuales: exige un estudio detallado, repetido en el tiempo y realizado con la mayor rigurosidad.

El equipo de hidrología y geoquímica del Proyecto Pilcomayo analiza el comportamiento del río desde dos perspectivas complementarias: el estudio de su dinámica hidrológica, que permite comprender la disponibilidad y el transporte del agua, y el análisis de su composición química, que revela la presencia de metales y otros elementos a lo largo de su recorrido. Pero responder preguntas sobre la calidad del agua no es sencillo. Un solo muestreo no basta para sacar conclusiones. La ciencia necesita tiempo, múltiples mediciones y un análisis riguroso antes de afirmar con certeza qué está ocurriendo en la cuenca.

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Crecidas, sequías y variaciones del caudal

El Pilcomayo es un río de extremos: su caudal varía drásticamente entre la temporada de lluvias y la estación seca. Durante los meses húmedos, el río puede aumentar su nivel en varios metros en cuestión de días, generando riesgos de desbordes e inundaciones en las comunidades ribereñas. En los meses secos, en cambio, su caudal disminuye hasta convertirse en un hilo de agua en algunos tramos, afectando la disponibilidad del recurso para la pesca y la agricultura. Monitorear estos cambios es una tarea necesaria para anticipar los impactos en las poblaciones y en el ecosistema. En estaciones de medición como la de Villamontes, se registran los niveles del agua en tiempo real, permitiendo detectar tendencias y prever riesgos. Este seguimiento también es clave para los estudios de calidad del agua, ya que los eventos de crecida pueden arrastrar grandes cantidades de sedimentos y modificar la distribución de metales y otros elementos en el río.

El viaje de los elementos

Desde la época colonial, el agua del Pilcomayo ha estado expuesta a la minería. En las alturas de Potosí, los ingenios mineros vierten residuos que contienen plomo, arsénico y mercurio, los cuales pueden ser transportados por el río a lo largo de su trayecto. Sin embargo, la contaminación no es un fenómeno uniforme: el río no es una tubería estática, sino un sistema dinámico donde los elementos químicos se diluyen, se transforman y se asientan en los sedimentos a medida que el agua avanza. El equipo de geoquímica estudia este proceso utilizando análisis avanzados, como la medición de isótopos metálicos, que permite distinguir el origen de los contaminantes y evaluar en qué condiciones pueden representar un riesgo para la vida acuática y la salud humana.

Monitoreo participativo

Dado que la calidad del agua cambia constantemente, los investigadores no pueden basarse únicamente en visitas esporádicas. Para obtener un panorama más preciso, el proyecto ha implementado un monitoreo participativo, en el que pescadores, agricultores y habitantes locales colaboran en la recolección de datos. Este sistema permite detectar variaciones en la calidad del agua en tiempo real y fortalecer la relación entre la comunidad y la investigación científica. Sin embargo, capacitar a los participantes para que las muestras sean representativas y fiables es un proceso que requiere paciencia y precisión. La participación de biólogos locales garantiza que los protocolos sean seguidos correctamente y que los resultados obtenidos sean útiles para el análisis a largo plazo.

Cautela en los resultados: la ciencia responde basada en evidencias

Uno de los mayores desafíos del estudio del agua es la necesidad de comunicar los resultados con responsabilidad. La gente que vive del río quiere respuestas claras: ¿el agua está contaminada? ¿Se pueden comer los peces? Sin embargo, la realidad rara vez es blanco o negro.

Los primeros análisis muestran que, aunque hay contaminación en ciertas zonas, la gran cantidad de agua y sedimentos que transporta el Pilcomayo genera un proceso de dilución que reduce la concentración de metales en algunos tramos del río. Pero esto no significa que el problema no exista. Se necesita una observación continua para determinar cuándo, dónde y en qué niveles los contaminantes representan un riesgo.

El objetivo del equipo de investigación no es solo medir metales en el agua, sino comprender el río como un sistema vivo y cambiante, donde la hidrología y la química interactúan con la naturaleza y la actividad humana.

En ciencia, apresurarse a dar respuestas sin datos suficientes puede generar más confusión que claridad. Por eso, en el Proyecto Pilcomayo, cada muestra, cada medición y cada conclusión se toman con la mayor prudencia posible. El río cambia con las lluvias, con el uso del suelo y con el paso de los años. Comprenderlo a fondo es la clave para protegerlo.

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